Comunidades sureñas sobreviven entre pobreza y falta oportunidades

Barahona.-Las provincias de la región sur están llena de riquezas naturales, que a la vez, están rodeadas de comunidades con altos niveles de pobrezas en la que sus habitantes están obligados sobreviven día a día por la falta de oportunidades que les permitan mínimamente alejarse del círculo vicioso que los envuelve generaciones tras generaciones.

Así es como se vive en la comunidad Isabela y otros poblados situados en la zona cañera de Barahona, donde la pobreza es igual de profunda que su distancia con el desarrollo.

Allí, muchos viven de la esperanza que traiga un nuevo día. Unos esperan que algún propietario de terrenos agrícola le solicite para echar un día limpiando la tierra, unos pocos tienen siembra de plátanos, guineos, yuca…, y lo comercializan en zonas cercanas o con algunos compradores mayores, y logran el sustento de la familia mientras tienen producto.

Estas comunidades enfrentan graves desafíos que afectan a sus habitantes, especialmente a la juventud. Durante muchos años, han vivido en condiciones de pobreza y sin acceso a muchas de las necesidades básicas.

Aunque recientemente se han logrado algunas mejoras, como la construcción de una escuela y un centro de atención primaria, la situación general sigue siendo difícil, sobre todo debido a la falta de fuentes de empleos.

Algunos pocos han tenido la “suerte” de ser contratados para trabajar en la escuela Pedro Mir, en Isabela, pero a la vez señalan que el personal del centro no es suficiente.

La economía local, en el pasado, dependía principalmente de los ingenios de caña de azúcar, pero hoy en día esa fuente de trabajo ya no existe, porque, según cuenta José Encarnación, con la privatización de los ingenios, como el de Barahona, y la migración de los empleos a manos de empresas privadas o extranjeras, la situación económica ha empeorado.

Mientras unos han mejorado sus viviendas, otros no han podido.

Como resultado, la juventud se ve obligada a migrar a la capital en busca de trabajo, lo que resalta la escasez de oportunidades dentro de la comunidad.

Los jóvenes, en particular, se ven atrapados en un ciclo de pobreza sin posibilidades de desarrollo, por lo que hacen un llamado a las autoridades para que pongan la mirada en esa apartada y olvidada zona, con el objetivo de mejorar las condiciones de vida y crear fuentes de trabajo sostenibles.

La comunidad de Isabela, que se estima tiene alrededor de 5,000 habitantes, carece de infraestructura adecuada, y muchas de sus calles están deterioradas, sin mantenimiento, lo que junto con las necesidades urgentes, empeoran aún más las condiciones de vida.

“Lo que más necesitan los residentes de Isabela es un aumento en las oportunidades de empleo y una mayor presencia del Gobierno en la región”, explica José Encarnación, uno de los habitantes con mayor conocimiento de la zona.

El llamado es urgente a las autoridades para que tomen acciones concretas que ayuden a mejorar las condiciones de vida en Isabela y, en general, en la región sur del país, que continúa enfrentando altos niveles de pobreza y marginación.